martes, 20 de enero de 2009

El precio de la consciencia

Algunas veces me ha surgido la pregunta de ¿Que es lo que nos dio la supremacía como especie en el planeta?, ¿Que fue lo que termino por diferenciar al humano del resto de los animales con los cuales competía?, tomando en cuenta que no tenemos garras ni colmillos contundentes, ni tampoco escuchamos ya a los instintos que podrían compensar estas desventajas, solo éramos un grupo de primates, que pretendía vivir lo suficiente para ver el día de mañana.

Y la respuesta que se me ocurre siempre es, la consciencia, el saberse un individuo, tener un pasado mas allá de la vida propia, una historia, y el saber la existencia de un futuro mas allá de solo el día de mañana, poder planear y prever, por ello, el humano no solo vive en el entorno, si no que es capas de manipularlo, a veces para empeorarlo, otras para mejorarlo, aprende, recuerda y comprende, se sabe mortal y entiende el proceso que conlleva el nacer, crecer, envejecer y su final.

Pero , desde donde lo veo, esto tienen un precio, si tomamos en cuenta que el saber de la existencia de las cosas, nos hace desearlas, y nos hace añorar siempre algo mas, entonces, estamos siempre en constante exigencia para con nosotros mismos, nos hace sufrir, por no poseer los bienes materiales que podrían hacernos mas fácil la vida, nos hace sufrir por no tener un nivel de comunicación deseado con quien quisiéramos, por no despertar, en las personas que nos rodean, sentimientos de amor, admiración, respeto, o como sea que quisiéramos ser valorados por el entorno, nos hace condicionar nuestra felicidad a la posesión de aquello, objetivo o subjetivo, que deseamos, nos puede llevar a mentir, a manipular, a exigir, pero todo esto es solo, por que no podemos dejar de desear, incluso, aquellas personas que crean haber logrado superar las barreras de lo material, siempre desearan, por lo menos, paz espiritual.

Por lo cual hemos desarrollado una serie de características y patrones no biológicos, que hemos bautizado como neurosis, después de todo, y siguiendo la analogía de la mitología judeocristiana, fue hasta que los ancestrales Adán y Eva comieron del"Árbol de la ciencia del bien y del mal" que se dieron cuenta de su desnudez, ampliaron su consciencia y se dieron cuenta de cuanto los rodeaba, pasaron de la inocencia animal a la percepción y comprensión humana, y Dios señalo: "El ser humano ha llegado a ser como uno de nosotros, pues tiene conocimiento del bien y del mal. No vaya a ser que extienda su mano y también tome del fruto del árbol de la vida , lo coma y viva para siempre.", en pocas palabras, nuestra capacidad intelectual es la que nos coloca junto a los dioses, sin compartir su inmortalidad, y sin embargo también nos hace conscientes de la sensación de pudor, que fue la base de nuestras leyes de la moral, muy humanas, si tomamos en cuenta que el resto de los animales andan desnudos por el mundo sin el menor problema, pero el cubrirnos con ropa dio la posibilidad de enfrentarnos a medios mas hostiles, de temperaturas mas extremas, y no perder el calor corporal, y también, el imaginar y desear lo que habrá debajo de ella, nos dio pie a las relaciones sentimentales, lo cual nos lleva a los celos y el sufrimiento por la incertidumbre y el desamor, pero también a sensaciones mas placenteras.


Así, el conocimiento nos surge desde el inconsciente, hacia la consciencia, con todo y los instintos, impulsos y deseos que pululan en nuestra psique, y en la medida en que ampliemos la capacidad de manejar esta información, es decir, en la medida en que se amplié el nivel de consciencia, podremos manejar este conocimiento que nos diferencia de mejor manera. Así, al no ignorar el flujo que surge desde el inconsciente, podremos lidiar mejor con las neurosis, y evitaremos que nos invada toda esta información de golpe, de tal forma que no podríamos manejarla.

Mas sin embargo, si todo esto fue, como señala el mito, por haber probado aquel fruto prohibido de ese árbol de la ciencia, y si pudiéramos evitar esas clases de sufrimientos, solo renunciando a la consciencia, y regresar al sopor de aquella era dorada y olvidar en la niebla del inconsciente todo cuanto conocemos, y si la decisión fuera dejada en mis manos, yo… lo volvería a comer.




jueves, 1 de enero de 2009

Relato de un primer encuentro...

Después de recorrer un extraño camino, y acceder a planos de su psique que no eran tan familiares a su consciencia, la vos que guiaba al joven en su viaje le dijo: “Imagina un lugar”, inmediatamente, aquel se vio transportado a una de sus tan queridas montañas, un lugar natural en medio del caos que representan la urbanidad de su tierra natal, era un mirador, una enorme roca que sobresalía de un peñasco, desde donde podían admirarse el resto de las montañas que configuraban el paisaje, y mas atrás de ellas se encontraba, como en la vida real, un vista lejana de su ciudad natal, de la que por ahora se encontraba tan lejos, mientras observaba esta imagen, en la orilla sentado, pensó que tal vez era la nostalgia la que había guiado su pensamiento hasta este lugar, pero que sin duda lo eligió, por la enorme paz que emana.

Después de esto, aquella vos que lo dirigía le dijo, “Ahora, aparecerá un guía, que te acompañara, puede ser un animal, un objeto o un vegetal”, el joven volteo la mirada para descubrir la razón por la cual había realizado este viaje a los confines del inconsciente, su tótem, su espíritu; Al dirigir la mirada, encontró, sentado tras de el, un imponente lobo gris, soberbio y dócil a la ves, su piel cubierta del color de plata, mezclada con mechones en tonos de bronce y negro noche, sus miradas se cruzaron y ambos se pusieron de pie e iniciaron el camino por el sendero de la montaña, aquel sendero que el joven había recorrido ya varias veces con anterioridad en la realidad, pero el lobo se detiene, justo donde la vegetación de los árboles era mas espesa y no permitía observar el cielo, en este preciso lugar, aquel lobo lanzo un aullido, un llamado, y los arbolas fueron los que respondieron, separaron sus hojas y les mostraron a ambos, joven y lobo, un nuevo camino, donde era de noche y no de día como en el resto del lugar, el lobo entró en el y el joven lo siguió.

Estaban ahora, ya no en aquella montaña, sino en un desierto, y las estrellas jamás fueron tan claras en el cielo, como en ese momento, a la distancia, se observaba una fogata, que reunía gente a su alrededor, formando un círculo con tintes sagrados; lobo y joven se acercaron a este fuego acogedor, y se reunieron con los que ya estaban ahí antes que ellos, apaches, todos ellos acompañados por un animal, o acaso seria el apache el que acompañaba al animal, de cualquier forma, un lazo los unía en pares, de hombre y bestia sagrada, había reunidos ahí un hombre y un oso, otro estaba acompañado por un puma, algún otro tenia un ave extraña y pequeña que el joven no logro reconocer, un gato montes se recostaba en el regazo de otro apache, el joven y el lobo estaban sentados uno junto a otro, y empezaban a sentir aquel lazo que los unía, y justo frente a ellos, un anciano, un chaman, acompañado por su bisonte, casi tan viejo como el.

Aquel chaman los observaba directamente, y de pronto, se levanto, para montar en el lomo de aquel bisonte, joven y lobo comprendieron que debían seguirlo, a donde fuera que este se dirigiera, caminaron tras el viejo indio por la noche fresca del desierto, y junto al chaman, iba también otro indio, mas joven acompañando por un águila, un guerrero sin duda, tal vez el guardián del anciano.

Caminaron por un largo rato, sin decir palabra, pero se veía la proximidad de una montaña, una caprichosa formación rocosa se manifestaba poco a poco frente a ellos, llegaron al cause de un pequeño riachuelo, y en este momento, aquella vos que lo había guiado al inicio, ahora dice, “es hora de dejar ir a aquellos que deban irse”, el joven y el lobo comprenden que se refiere al chaman y su bisonte y al guerrero y su águila, es hora de continuar el camino solos.

Cruzan solos el riachuelo y llegan a las faldas de la montaña, cañones profundos y riscos elevados dan cuerpo a la misma, y escalando por sus áridas veredas, el lobo observa a un conejo, el lazo entre el joven y su lobo es ahora tan grande, que sin decir palabra entienden que deben cazarlo si quieren comer algo, el lobo se precipita sobre su presa, y el joven corre tras de el, casi sin lograr mantener su paso, pero sintiendo la fuerza del instinto surgiendo de su interior, al final, el lobo da alcance al pequeño conejo, todo fue rápido, evitando sufrimiento y dolor innecesarios, el lobo es un cazador experto, entrega la presa a el joven, que se descubre a si mismo iniciando fuego en una improvisada fogata, preparando el alimento y compartiéndolo con su contraparte lobuna.

Después de la cena, el viaje continua, con renovadas fuerzas, corren por las rocas y de pronto son sorprendidos por un paisaje cambiante, ahora se encuentra en una montaña nevada, rodeados de árboles de pino, y juegan juntos, divirtiéndose entre la nieva, hasta que el frío empieza a calar en el humano, por lo cual, el lobo cava un pequeño hueco en la nieva, y juntos duermen dentro, protegiéndose del viento helado, y es en este momento que de nuevo el paisaje cambia, ahora están recostados no el frió, si no en la calida tierra de una montaña llena de verde vegetación, y caminan por este lugar, hasta encontrar un río donde beber juntos agua.

Descansando junto al cause, y unidos a través del pensamiento, inician un dialogo, ya que el joven no logra entender del todo las imágenes que había observado en el viaje:
-No logro entenderlo todo- dijo el joven
-Que es lo que quieres entender- respondió el lobo, el cual por vez primera, deja escuchar su voz
-Primero, quisiera saber, como se que eres tu mi tótem-
-Y por que no habría de serlo- respondió el lobo
-No… si lo eres, lo se, pero quisiera saber tu nombre-
-Dime tú mi nombre, nómbrame-
-Eres… Sombra de Lobo-
-Casi - respondió el lobo- mi nombre es Sombra de Invierno-
Esto desconcertó un poco al joven, ya que como podía errar en un nombre que el debía de poner, pero no se cuestiono mas, y acepto este nombre para su tótem después de un silencio, dijo –Y todo lo que hemos visto, que es lo que quiere decir-
-Mira mis ojos- respondió Sombra de Invierno- y descubre quien eres, descúbrete a ti mismo observándome a mí-



En ese momento, el ámbar de los lobunos ojos se entremezclaba con las imágenes del desierto, el bosque nevado y la montaña, todo coexistiendo en un mismo sitio, y de pronto el recuerdo de aquel anciano chaman surgía inesperadamente, -El ya no esta con nosotros, ya no es de aquí, pero sin embargo, esta - dijo el lobo –el logro trascender mas allá de la existencia, dejando de existir, adaptándose a cada lugar, sintiendo cada lugar, pero no es esto lo que debes aprender, al menos aun no, lo que debes comprender es el sentir, no el trascender, cada lugar donde te encuentres, debes adaptarte a el, y estar en un solo lugar, sintiéndolos, estando en todos al mismo tiempo- dijo el lobo, - pero aun no, esto es solo el inicio-

Aquella vos que en un comienzo dirigió al joven se dejaba escuchar de nuevo, esta ves decía: “Es hora de despedirse, ya casi es tiempo de regresar, despídanse con la promesa de que no pasara mucho tiempo, sin que antes, se vuelvan a encontrar”

Y así lo hicieron, Sombra de Invierno y el joven, se despidieron con un gran sentimiento de tristeza, pero con la seguridad de que se encontrarían de nuevo, muy pronto…

Poco a poco el joven recupero la sensibilidad en su cuerpo que se encontraba estático, tomando consciencia de su ser físico, y despertó…